Never since Studio Ghibli’s My Neighbour Totoro (1988) have I had the pleasure of watching a film that approaches the theme of childhood as lovingly and efficiently as Maïlys Vallade and Liane-Cho Han’s Little Amélie or The Character of Rain (2025), mixing the fantastical with grounded realism in a colourful story that made my inner child burst out in tears more than once.

The key is in its simplicity. Adapted from Amélie Nothomb’s autobiographical novel The Character of Rain, our little narrator presents herself as God – following the Japanese belief that until the age of three, children are more gods than humans – which is showcased without limits through its unique and vibrant animation style, proving that some stories really were born for certain cinematic formats.

Gain and loss, life and death, individual identity and community. These experiences are already tricky to wrap your head around as an adult, but through the eyes of a young girl who confronts them on her third birthday, the viewer is reminded that they are not alone and – much like most things in life – at the end of the day it really is quite simple, once you break it down into digestible pieces.

Little Amélie is a much-needed reminder to contemporary cinema of what ‘family friendly’ truly means: a story that people of all ages can connect with and learn from, and which, if you’re lucky enough to grow up alongside, will be a valuable life-long companion. Those who look down on animation filmmaking don’t know what they’re missing out on with their prejudice.

Because as the film states with its own political commentary, the key to happiness in life doesn’t lie in resentment and hate, passed down from generation to generation. It lies in acceptance and new beginnings. Remember: sharing is caring.


SPANISH VERSION

Desde Mi vecino Totoro (1988) de Studio Ghibli no tenía el placer de ver una película que abordara la infancia con tanta ternura y eficacia como Little Amélie or The Character of Rain (2025), de Maïlys Vallade y Liane-Cho Han, combinando lo fantástico con un realismo profundo en una historia multicolor que más de una vez hizo llorar a mi niñe interior.

La clave está en su sencillez. La pequeña narradora de la película, adaptada de la novela autobiográfica de Amélie Nothomb Metafísica de los tubos, se presenta como Dios, inspirada en la creencia japonesa de que, hasta los tres años, los niños son más dioses que humanos, lo cual se expresa sin límites a través de un estilo de animación único y vibrante, prueba de que algunas historias nacieron genuinamente para determinados formatos cinematográficos.

Lo que se ganan y lo que se pierde, la vida y la muerte, la identidad individual y la comunidad: estas experiencias ya son complicadas de asimilar como adulto, pero, filtradas a través de los ojos de una niña que cumple tres años, recuerdan al espectador que no está solo y que, como casi todo en la vida, todo resulta bastante sencillo cuando se desmenuza en partes digeribles.

Little Amélie supone para el cine contemporáneo un recordatorio vital de lo que realmente es una peli "apta para toda la familia": una historia que permite conectarse a personas de todas las edades y les ofrece algo que aprender, y que, si uno tiene la suerte de crecer con ella, será una valiosa compañera de por vida. Quienes menosprecian la animación no saben lo que se pierden con tal prejuicio.

Porque, como afirma la película con un comentario político propio, la clave de la felicidad en la vida no reside en el resentimiento y el odio transmitidos de generación en generación, sino en la aceptación y en los nuevos comienzos. Conviene recordarlo: compartir es descubrir al otro.

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